martes, 5 de abril de 2011

2º BACHILLERATO. MODELO COMENTARIO DE TEXTO HUMANÍSTICO, CONDE DUQUE DE OLIVARES.

SOLUCIÓN COMENTARIO DE TEXTO HUMANÍSTICO

Estamos ante un texto humanístico de tema histórico. En él el autor expone su opinión acerca de la personalidad humana del Conde-Duque de Olivares. Lo hace tomando partido frente a quienes ven en esa en esa figura histórica “un monstruo de vanidad y de astucia”. Para ello recurre a la exposición y a la argumentación como modalidades discursivas. Se trata además de una exposición histórica planteada dialectalmente (se contraponen dos tesis opuestas) que se dirige evidentemente a un público no especializado: la claridad y la sencillez expresivas, así como el hecho de que la exposición sea más importante que la argumentación dialéctica (la cual es implícita hasta el último párrafo), garantizan la finalidad divulgadora del texto. Con todo, en tanto que exposición histórica y psicológica, el texto manifiesta la cualidad especulativa de su lenguaje en el abundante vocabulario abstracto que contiene. El carácter subjetivo de la exposición (opinión del autor sobre un asunto histórico concreto) deja abierta la posibilidad al artifico literario ( o recursos literarios, como le hemos llamado siempre)

No cabe duda de que nos encontramos ante el género del ensayo, el género literario más idóneo para la divulgación de temas humanísticos. Las características más notables de este género son (recordémoslas y después analicémoslas en profundidad):

—empleo frecuente de vocabulario abstracto.

—la exposición y la argumentación como modos de discurso dominantes, aunque sometidos a la claridad impuesta por la finalidad de divulgación inherente al ensayo.

—la aparición de artificios literarios como recursos expresivos de la subjetividad del autor.

Veamos ahora los rasgos lingüísticos por niveles, como hemos venido haciendo en la mayoría de los comentarios.

La característica más importante de la exposición de esta exposición es la claridad, que se comprueba en los distintos niveles lingüísticos: fonológico, gramatical, léxico y semántico.

Desde una perspectiva semántica es evidente que en el texto se combina la exposición propiamente dicha con la argumentación y la narración. Pero la argumentación (el modo más idóneo para la especulación científica y, por ello, el que supone mayor dificultad para un lector no especializado), aparece en el texto de forma implícita en el último párrafo y en una oración como forma expresiva de la “conclusión” que ha obtenido el autor de la previa exposición: frente a la opinión manifestada en los “retratos y los cuentos”, según la cual Olivares “era un monstruo de vanidad y de astucia”, se levanta la opinión del autor que tiende a comprender y a valorar la peculiaridad del temperamento de Olivares. El reducir la argumentación al mero contraste de opiniones en la conclusión del texto indica que la actitud comunicativa del hablante se rige por el imperativo de claridad.

Idéntico significado entraña el hecho de que la exposición se revista con los ropajes de la narración, ya que ésta es una modalidad discursiva que despierta mayor interés en el lector que la seca exposición y que, por eso mismo, favorece la claridad del texto divulgativo.

El uso de estos modos de discurso determina igualmente el predominio de la función referencial del lenguaje, lo que es un nuevo argumento a favor de la claridad expositiva.

En el nivel fonológico es relevante la entonación, que es predominantemente enunciativa.

En el nivel léxico el rasgo más relevante es el empleo de vocabulario común, no especializado, en perfecto equilibrio con el uso del vocabulario abstracto propio del ensayo humanístico: alteración mental, delirio, espíritu de grandeza, ambición, demencia, vanidad, astucia... Léxico abstracto pero que alcanza la cota de un vocabulario específicamente científico. También es un factor de claridad.

En cuanto a la sintaxis hay un equilibrio de coordinación y subordinación, que también favorece la claridad. Entre las subordinadas las más frecuentes son las adjetivas (las desdichas que le rodeaban, el papel con el que se defiende de los que cobardemente le atacan … y en el que por primera vez se alza…, en la demencia que será estudiada en el último capítulo) y las sustantivas (de CN: su absurda esperanza de tener hijos; de CD: pide al rey que le permita alzar gente; de CCFinal: pieza esencial para juzgarle, … gente de a caballo para socorrer la frontera de Portugal; de C.Rég: se daba cuenta de que todo estaba perdido), que precisan las significaciones, y las adverbiales, sobre todo las temporales (un destello más … cuando pide al rey que le permita…), que añaden matices circunstanciales.

También se percibe un equilibrio entre la aparición del sintagma nominal y el verbal.

El empleo de las formas personales del verbo también obedece a la intención de claridad. El tiempo predominante es el presente histórico que comunica objetivamente (indicativo) sucesos pasado (narración histórica) presentados desde la perspectiva actual del hablante y el oyente (exposición): hace testamento, reconoce al hijo de un amor adúltero, se defiende, le atacan…). También se utilizan las formas genuinas del pasado: imperfecto, que ordena el primer párrafo narrativo: “Olivares se daba cuenta...”, y el indefinido, que aparece al final de la narración: “Después se fue poco a poco hundiendo” “Así fue la vida interior”. El uso del indefinido tiene una finalidad clara: llegado al final de la exposición narrativa (presente histórico) el autor quiere que sus lectores se alejen mentalmente de los hechos dramáticamente presentados para que puedan percibir con claridad y objetividad la conclusión que inmediatamente les va a comunicar. El pretérito perfecto se usa en la argumentación implícita para expresar lo duradero de la leyenda, identificado con la tesis que se rechaza.

Las formas de futuro son escasas. También escasean las formas de subjuntivo. La no intervención de la subjetividad del hablante en el texto también determina la claridad. En “Pida al rey que le permita...”, el presente de subjuntivo expresa la subjetividad del Conde-Duque de Olivares, su deseo, no el del hablante. Sin embargo, “repitámoslo” tiene un valor exhortativo, puesto al servicio de la función apelativa del lenguaje: el autor llama la atención del lector en el momento en que va a reiterar su tesis.

También tenemos que destacar el uso casi sistemático del SN en función de aposición (Aquel mismo año, 1641; un testamento, pieza esencial...)fundamental para la claridad de esta exposición.

En cuanto a la estructura del texto, podemos dividirla:

—Párrafo primero: exposición de la idea central del texto: Olivares no es un loco, sino que en un momento determinado empieza a sufrir una determinada alteración mental.

—Párrafo segundo y tercero: desarrollo narrativo de esa idea. Son los más extensos.

—Párrafo cuarto: conclusión, encabezada por el adverbio “así”. Se contrasta la opinión del autor con la versión estereotipada.

En cuanto a la función literaria, hay que tener en cuenta que los artificios literarios son recursos expresivos de la subjetividad del autor. La subjetividad es característica del ensayo, pero en el texto se expresa de forma objetiva.. La subjetividad se manifiesta en forma de una no disimulada simpatía del autor por el personaje: lo comprende y compadece y lo defiende de las acusaciones tradicionales. Esta subjetividad se manifiesta en: la selección léxica, las figuras de pensamiento y la adjetivación. Importancia, por tanto, de la función expresiva.

—el cultismo “postrero” y el arcaísmo “alzar gente a caballo” son recursos estilísticos que prestan dignidad literaria al texto.

—para atenuar cualquier inculpación del personaje: perífrasis o circunloquios: “alteración mental” “amor clandestino”; lítotes: “No es de los rasgos menos llamativos”; paradoja: “entrañables miserias humanas”, en la que además vemos la anteposición del adjetivo, que indican claramente la subjetividad del autor; metáforas y antítesis, por ejemplo, para el autor es un “gigante” mientras que para sus detractores es un “monstruo”

—el adjetivo es abundante: predominio del adjetivo calificativo especificativo; el explicativo o epíteto apenas aparece: “triste declinación”; lo que significa que es más importante la función referencial que la expresiva. Además, hay un equilibrio de la posposición y la anteposición del adjetivo especificativo: la valoración subjetiva y objetiva se compensan, lo que confirma la intención de expresar lo subjetivo de un modo objetivo, aunque los casos en los que aparece la anteposición son claves porque el autor manifiesta abiertamente su postura subjetiva: “absurda esperanza” “Tan hondas, tan entrañables miserias”

Encontramos varios ejemplos de conectores que dan al texto coherencia y cohesión: en efecto, pero, por si acaso… (buscad el tipo vosotros).

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